Una herencia que no tiene dueño pues el empresario falleció sin mujer ni hijos que dividieran su imperio

Paul Allen, quien hace 43 años fundó junto a Bill Gates la empresa Microsoft, que revolucionaría el mundo del software y de los ordenadores personales para siempre, falleció el pasado martes a los 65 años. A través de un comunicado los parientes de Allen informaron que el emprendedor murió a causa de un cáncer en los linfocitos de la sangre. «Mi hermano era un individuo increíble a todos los niveles. Aunque muchos conocen a Paul Allen como experto en tecnología y filántropo, para nosotros era un hermano y tío muy querido, y un amigo excepcional», indicó la hermana del fallecido, Jody Allen.

Según la revista Forbes, con una fortuna valorada en 21.700 millones de dólares, Allen, nacido en Seattle en 1953, era la cuadragésimo cuarta persona más rica del mundo. También acumuló una de las colecciones de arte más grandes del mundo y tuvo participaciones mayoritarias en dos equipos deportivos profesionales por un valor aproximado de 3.000 millones de dólares. Una millonaria herencia que no tiene dueño pues, el empresario falleció sin mujer ni hijos que dividieran su imperio.

A pesar de no tener descendencia Allen tenía familia, personal y las organizaciones benéficas que fundó, así como potenciales inversionistas ansiosos por obtener un cachito de riqueza. «Aunque son sus posesiones personales, es casi como la disolución de una gran corporación», explicó para «The Time» Darren Wallace, abogado que se dirige la fortuna de clientes con un alto patrimonio. «Para ello podrían pasar fácilmente de tres a cinco años», añadió.

El cofundador de Microsoft paso más de tres décadas fuera de la compañía de software desarrollando una variedad de empresas y actividades filantrópicas. Y según informan medios estadounidenses, al menos la mitad su fortuna se destinara a fines caritativos. Un patrimonio tan grande y complejo como el de Allen, incluso cuando está bien preparado para la sucesión, es probable que tarde mucho debido a su tamaño y complejidad.

La muerte de Allen ya ha alimentado la especulación entre algunos de los empresarios de este mercado sobre si podría haber oportunidades para que posibles compradores se apoderen de algunas de sus propiedades.

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